Esta tradicional fiesta del núcleo con motivo de la celebración de San Andrés comienza el último fin de semana de noviembre .
Según cuenta la tradición oral esta celebración cuenta ya con más de 100 años. Todos los 30 de noviembre, Día de San Andrés, en las casas del pueblo se asaban castañas y se invitaba a todo aquel que llegaba a probar el vino de la cosecha del año. Al aspecto culinario le acompañaba la tradición de deslizarse sobre tablas por las pendientes del pueblo, costumbre que, según se cree, trajeron vecinos de Icod de los Vinos que formaron sus familias en Chío. Los vecinos construyen sus carros con todo tipo de materiales: madera, metal, fibra, tela, etc. Aprovechan algunos juguetes o partes de juguetes como monopatines o bicicletas. Una vez fabricadas las estructuras, la imaginación se desborda a la hora de colocar complementos. Los hay incluso con música y luces, de una pieza o de varias, con y sin frenos.
Esta fiesta ha desembocado en toda una competición entre los vecinos. Desde que las calles están asfaltadas, las rudimentarias tablas de principios de siglo han evolucionado en auténticos bólidos que compiten no solo por ser el más veloz, sino también el mejor diseñado.
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