El viajero ya no se conforma sólo con playas paradisíacas, experiencias extremas y naturaleza salvaje en sus escapadas. Busca algo más.
Perseguimos también una conexión con el destino. Conocer la idiosincrasia del lugar. De ahí que hayan cobrado importancia los barrios, pueblos, caseríos de cada ciudad o región. Conocer a la población local y su forma de vida nos conecta de una manera más intensa al territorio.
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Isidro
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Chirche, Aripe y Las Fuentes: Patrimonio Emocional
Durante muchos años las vacaciones y los deseos de los viajeros han estado casi siempre asociados a la búsqueda de emociones distintas a las que puedan experimentar en su lugar de origen. Y, evidentemente, tiene su lógica. Explorar lugares que te dan algo que no posee la ciudad en la que vives es salirte de la rutina. Algo necesario para rehabilitar cuerpo y mente.
Pero sí es cierto que, desde la era de la tecnología en los últimos años, el viajero ya no se conforma sólo con playas paradisiacas, experiencias extremas y naturaleza salvaje en sus escapadas. Busca algo más. Hoy día se persigue también una conexión con el destino. Conocer la idiosincrasia del lugar. De ahí que hayan cobrado importancia los barrios, pueblos, caseríos de cada ciudad o región. Conocer a la población local y su forma de vida nos conecta de una manera más intensa al territorio.
Chirche, Aripe y Las Fuentes, enclavadas en las medianías de Guía de Isora, son un ejemplo de ello. Tres lugares que mantienen la esencia de lo inalterable. Su valor reside en las personas que han construido y sembrado con mimo cada rincón del pueblo. Y donde las tradiciones se protegen como símbolo y orgullo. Cada fachada, puerta, cada Era y cada horno del pueblo, tiene una historia que contar. Ese Patrimonio es el que busca el viajero de los nuevos tiempos.
Chirche y Aripe
Primos hermanos. Aunque son dos caseríos distintos, van de la mano. Ubicados en medianías (altitud superior a los 750 metros sobre el nivel del mar), forman parte del patrimonio histórico de Canarias. De hecho, los famosos “grabados de Aripe” son las primeras manifestaciones conocidas y publicadas en Tenerife.
Hay multitud de eras en el municipio, lo que denota la importancia de la producción de cereales. También lagares comunitarios y hornos de teja. La abundancia de estos últimos podría deberse a la gran cantidad de materia prima, por lo que estaríamos hablando de una importante zona productora de teja y ladrillo para otros lugares de la zona sur de Tenerife. La arquitectura tradicional de las islas tiene bastante peso en estos caseríos. De hecho, algunos núcleos ostentan la categoría de Bien de Interés Cultural. Cuando te bajas del coche, te das cuenta la riqueza que tiene el municipio tanto en la costa como en medianías. Dos mundos totalmente contrapuestos que comparten el mismo alisio.
Pero hay una fecha en el municipio y en Chirche marcada a fuego en el calendario. Es un homenaje a los que formaron parte del mundo rural canario en la primera mitad del siglo XX. Una forma amena de entender un poco más la cultura de Guía de Isora. En el “Día de las Tradiciones” (celebrado el segundo fin de semana de Julio) se recrean las tareas, costumbres y labores del campo. Una celebración que comparten pequeños y mayores.
Las Fuentes
Si por este nombre estás pensando en un lugar de aguas turquesas y cascadas, vas por el sitio equivocado. Aquí lo exótico radica en el paisaje agrícola. Un caserío semi-abandonado que aún conserva todos los elementos de la vida tradicional campesina de la época. De hecho, mucha población local de la isla lo desconoce.
Aljibes, eras, hornos de pan, huertas y zonas de cultivo se resisten a abandonar este despoblado lugar. En este caserío (se encuentra a 1000 metros sobre el nivel del mar) quedan vestigios de técnicas agrícolas complejas, como las huertas de jable: piedra volcánica blanca que regulaba la humedad del suelo y permitía que las cosechas progresaran en las situaciones más adversas.
La privilegiada situación de este caserío permite ver, de manera panorámica, prácticamente todo el municipio. De hecho, si tienes oportunidad, sube por la tarde para disfrutar del atardecer. Cuando estés en medio de una era, con un barranco bajo tus pies, rodeado de una orografía abrupta, mientras contemplas el mar y La Gomera como telón de fondo, entenderás que las aguas turquesas pueden esperar.
El número siete, la casa de Don Isidro, o los rosquetes tan ricos de la Dulcería Isora, en la ventita de la casa blanca y roja. Es, básicamente, encontrar el lado humano del destino. Cada vez nos obsesionamos menos con viajar a postales perfectas, de anuncio. Sobre todo, porque el tiempo nos ha enseñado que las postales que importan son las emociones que vivimos. Sentir que formamos parte de un remoto lugar, que nada tiene que ver con el mundo de donde venimos, es una experiencia única. Probablemente, la que estabas buscando cuando decidiste salir de tu rutina para desconectar.
