Esta fabulosa área costera divide los municipios de Guía de Isora y Adeje, a ambos lados de la desembocadura del barranco de Erques.

Tiene tres kilómetros de longitud y se alza a una altura media de 30 metros. La vegetación de este paraíso escondido está formada por pequeñas plantas halófilas de escarpe, como son la tabaiba dulce, la amarga y el tomillo de costa, que crecen junto a las desembocaduras torrenciales que dan lugar a pequeñas calas y playas de grava. 

Además de la riqueza natural de los acantilados, los visitantes también pueden disfrutar de una vista impresionante del océano Atlántico y la costa del suroeste de Tenerife. Hay varios miradores en la zona que ofrecen vistas panorámicas de los acantilados y del paisaje circundante. 

También es posible caminar por el sendero que se extiende a lo largo de la costa y explorar las pequeñas calas que se encuentran entre los acantilados.

Descubiertos por la erosión marina, estos acantilados han creado un paisaje escarpado con multitud de huecos en sus afiladas paredes, donde nidifican aves costeras protegidas por la legislación vigente, como son la pardela chica o el petrel de Bulwer. 

Todo ello ha hecho posible que este paraje haya sido declarado Sitio de Interés Científico con gran importancia para la ornitología, por lo que si eres avistador de aves es un punto fundamental para ti.